I
Tengo el alma henchida de gozo,
¡Oh! Real por tu nuevo trofeo.
Nunca dejas nuestro gozo en un pozo,
nos cautivas con tu lira de Orfeo.
¡Loa! al león que no abandona la cumbre,
cuyo estertor conquista los ecos,
cuyos ojos deslumbran de lumbre,
cuyas garras dominan los tiempos.
Honor al soldado valiente
que no rehúye ningún desafío,
que nunca gira su cara al poniente,
que siempre expone su cuerpo bravío.
No ten canses Real de ser blanco,
no te canses Real de ser noble.
II
Defiende celoso los objetivos logrados,
con la mirada puesta en los próximos rivales.
Para tí no hay imposibles, vueltas ni atajos;
no hay camino más fácil que el de las cosas bien hechas,
y la admiración y el respeto de tus pares e iguales,
ni satisfación más grande que el esprendor en tu yerba,
ni belleza más suprema que tu blanco de cisne
en un placido lago azul de aguas imperiales.
No te canses Real ser grande,
no te canses Real de ser firme...
¡Por cierto! nunca dejes tus vitrinas en barbecho.
¡Hala Madrid!... Por cierto.