Sueña Estela, en su escritorio,
con llegar a conquistar
el corazón de Gregorio
(compañero de oficina)
a pesar de que es notorio
que él prefiere a Cristina,
la secretaria más fina
y jóven de ese lugar.
Sueña Cristina en lograr
casarse con "Don Roberto",
alto, buen mozo y despierto;
dueño de la compañía
en la que ella, día con día,
se presenta a trabajar.
Don Roberto ni se entera
de que aquella secretaria
lo tiene puesto "en la mira";
el empresario ya aspira
a poder consolidar
el futuro de su empresa
casándose con Teresa,
la hija de Don Liborio:
el suegro más promisorio
por su enorme capital.
Entretanto, en el pasillo
que da acceso a la oficina
donde trabajan Cristina,
también Estela y Gregorio,
se ha quedado Felipillo
(encargado del aseo)
inmóvil con su cepillo,
mirando hacia el escritorio
donde está sentada Estela.
Él la juzga inalcanzable
y suspira tan sólo al verla
siempre alegre y tan amable
(Estela ya no es muy jóven
y está pasada de peso)
para él, ¡es una perla
de valor inapreciable!
¡qué no diera por tenerla
en sus brazos y quererla,
y poder robarle un beso!-