Desde el primer fulgor del Sol brillante,
hasta el ocaso dulce de mi día,
donde llora por tí la luna mía
y calienta por tí mi Sol amante,
soy tuya en el silencio de mi alma
y en el febril deseo de mi cuerpo,
en tí mueren y nacen mis recuerdos,
por tí vive y renace mi esperanza...
Imaginando en tí dulce mañana
se me acortan las horas y el espacio.
Te vas llegando a mí sutil, despacio,
en este sentimiento que la distancia allana...
Y en la nostalgia dulce de tu ausencia
mi alma por tu Amor suplica y reza.
Y se quedan mis ansias por tí presas
sintiendo el dulce aroma de tu esencia...
Una blanca paloma se posa allí en mi alero,
en el augurio dulce del alba venidera.
Y parece decirme... No temas, con fè espera.
Y ya no tengo miedo, porque tu Amor espero...