Yo podría lanzar tu nombre
A las mareas del sonido,
Y sentarme de pronto en tus rodillas,
Caliente musa.
¿Cómo decir lo no cantado
sin irritar al dios de la lujuria?.
Oh, ellos ignoran
Que han perdido las llaves de tu mundo
El otoño quedó afuera,
El verdor, intacto.
Amantes sin sueños…
¿Cómo explicarte
que enciendes la rosa húmeda?
¿Qué tu exaltado corazón
impone su ritmo de alazán
y quema mi cuerpo?
¿Que al caminar inventas el espacio?.
Tu memoria se parece
a un dichoso año que resucita,
Tu furor es el hijo del viento.
Qué extraño lo nuestro.
Sin lazos. Savia del árbol.
Alas del alma. El calor del agua.
Las estrellas en el fondo de los ojos.
La locura en el pensamiento
El calor de la piel.
Ahuyentas oscuridades y demonios,
Estás en mi realidad virtual,
En este espacio de zorzales.
Red y hoguera.
Gaviota de hojas blancas.
Eco secreto de los bosques.
Majestuoso clamor de la tormenta.
Mira. Surges misterioso en cada verso.
Hoy dibujé tu contorno,
trazado con el fuego
del beso y del milagro…
¡Dioses!. Déjenlo en su mundo
Y que nos dejen,
A mí, en el yacimiento de tu pena
Y a ti, en el ecuador de mi poesía.