suspirando a esa musa del eternal
nocturno y bello acontecer, no me
queda mas que incar mi cuerpo a sus
blancos pies, de besar su cuello y mis
ojos torcer a su llegado recuerdo en
canciones rojas, color de amor a triunfales
arcos de rosas femeninas, sin espinas en el
tallo, con caricicas en su torax.
voz de miel al oido y mi frente como gran mujer
que derrama su querer, en las fuentes de
mis labios y en las tazas de mi piel, en los valles
del ocaso y en las cintas de un saber, que es
eterna de mi mano, muy concreto es el tener
a esta musa del encanto, hija de afrodita,
madre de mi ser.
bella mujer dueña de esta mente que rodea
su cuerpo, en caricias de cabaña por sus
piernas monumento griego construido a
un dios valquiria su apellido, de esos heroes
muertos tu un suspiro para llevarlos al paraiso,
asi llevandome cada vez que me tocan sus
certeros dedos, jugando al faquir en cada
punto de mi centro.
esa musa de nombre exacto, a mis gritos
en los sueños viendola en un pedestal, de marfil
tocandome su tacto y piedra jade por sus venas
de cristal, una joya a la humanidad y preciada
por los museos, de tener tan solo algo de sus dedos
que han tocado solo mi rostro, y asi bendito ojos y todo
le prometo servirle con amor y un gran final, a la tumba juntos
para renacer en carrizal.