Te busqué en cada caricia,
te busqué en cada mirada,
te busqué en cada sonrisa
y no te encontré.
Traté de imaginarte,
intenté recordarte
y no tuve más remedio
que volver a inventarte.
Por las noches te soñé,
por el día te esperé,
pero tu rostro
no logré ver.
Vino el aire a nombrarte,
preguntó dónde estabas
y no supe mencionarte.
Luego viví en mi locura,
esperando tu dulzura
y abrazando la amargura.
Al final me perdí,
no sabía estar sin ti,
no pude más vivir.
Y entonces de mí te acordaste,
a mí me buscaste
y ya no me encontraste.
Ya estaba muerta,
de ti sedienta.