Estoy más allá,
como las nubes de las siete de la tarde,
tristes y rojizas,
como esas aves errantes, en ese mar de nubes.
Allá donde el sol no quema,
extiendo la mano y cosecho sueños
que sembró un soñador que pasó en silencio.
Estoy más allá,
sentado a la mesa con tu recuerdo,
contemplo los techos de chapas grises
y las casas viejas parecen más viejas.
Allá,
después del horizonte enrojecido
solo la nada se parece al largo olvido.
Estoy más allá,
deshojando el tiempo en mi morada,
prisionero de mi cárcel figurada
pasajero de los sueños con mi alma.