Hastiada de palabras y promesas
y de esa soledad que la tortura,
buscó en otros brazos la tibieza
de amores escondidos...
Y en una alcoba obscura,
con el solo deseo por testigo,
se entregó a las pasiones prohibidas
en brazos del olvido...
Pecó por omisión...mas de pareja,
por ese que por ratos le dá alpiste
y por ratos la deja
para perderse al filo de otro cuerpo.
Y ella que al final nada esperaba,
ni siquiera vivir de algún recuerdo
optó por la pasión que provocaban
esos labios inciertos...
Amante de la noche,
perdida entre caricias sin sentido,
con el mudo silencio de un reproche
que le supo a castigo...
La sorprendió el marido endemoniado,
por orgullo ofendido...
Mas ella no lloró, ni suplicó,
sonrió complacida.
Rodaron por el suelo los casquillos,
el horror en los ojos del Amante
y en el frío cadaver de mujer
esa sola sonrisa...