Duradera princesita
yo no te llamo eme,
ni recordaré la hora
en que desee tenerte.
Me exculparé de la culpa
cuando sea inocente,
y cuando sea culpable
lo haré igualmente.
Cuando caiga granizo
estaré ausente,
mirando por la ventana,
protegiendo mi mercedes;
cuando vengas enfadada,
no seré indiferente
y cuando quieras estarlo
dormiré profundamente.
Con la llegada de la mañana
desearás otro presente,
fruto del capricho
que cultivó anoche tu mente;
No me pidas que compre
una barby, que es juguete,
ni joyas que me demandas,
mi salario no es suficiente.
Cuan cara me eres,
los malos tragos los vendo,
y de disgustos caeré inerte
cuando menos me lo espere.
Estas palabras las escribí una noche
a sabiendas de la suerte,
que me agencié al quererte.