Debes creerme, de los confines del mundo
oí tu llamada, no vacilé por encontrarte,
pues esperaba el momento de abrazarte
y entre tu senos perfumado, me hundo.
Dos personas en una quedaron congeladas
sin palabras, mis ojos en ti se clavaron,
nuestras miradas de pasión se cuajaron,
nuestra imagen quedó por el sol calcadas.
Estando unidos, nos trasportó el cielo
con lágrimas de gozo llegó la madrugada
descendimos del torre de Babel sin grada,
tus labios en mi boca hallo el suelo.
Sostuvimos mas amor de los besos arcanos
y desenredé tus cabellos con mis manos. Autor: Alcibíades Noceda Medina