Melodías tan dulces son las palabras,
de rodillas orando por las mañanas,
con las rosas que vuelan en los jardines,
el anhelo que inspira todo lo suyo,
son jazmines fragantes como guirnaldas.
Es alegre su charla desde el silencio,
con un beso tan puro vuelvo del cielo,
mis mejillas conservan sus labios grana;
me parece tan frágil su esencia buena,
pero mi alma no sabe como guardarla.
Abrazarla quisiera cuando se acerca,
y cogerle sus manos suaves y tiernas,
y decirle a su oído cuanto la amo,
con su eterna sonrisa sueña mi sueño.
Lupercio de Providencia