En algunos momentos enrarecidos
el angel de tu alma sobrevuela,
alcanzando distancias en mis olvidos,
armonías frágiles, sutiles acuarelas.
En la paz trémula del despertar paciente
la voz de tu palabra me imagina,
un rincón soberbio e impaciente
bebiendo adioses que mi alma ilumina.
En las frases sueltas de algún acorde
la vaga fragancia de tu ser embelece,
la música continúa fiel sobre el borde
de aquellos sueños, que a nada se parecen.
Y creyendome impune a cometer actos intensos,
es cuando tu magia insolente me precede
girando suave alrededor de mis versos,
hablando mis ojos, pidiendo que te quedes.