"PURGATORIO"
¡Oh Dios mío! estas nupcias
con la densa amargura de la hiel
desde la cárcel rigurosa y negra,
esta cárcel que no debía apresarme sin razón,
esta cárcel tan fría y tan excesiva
como el mar, vasto azul de incertidumbre,
antro de postración, de infamia.
Y Tú lejos, Dios mío...
mi encanto postergado
es una intensa búsqueda,
una tensión continua, desgastante,
ansia anárquica, fría, descarnada
por francas, francas grescas
y gritos engullidos.
¡Oh Dios mío!
estas nupcias
con la densa amargura de la hiel
-¡qué victoria tan cara!-;
sin hurras, sin honores,
sin tributo al esfuerzo.
Inclita soledad acobardada,
desátame las manos en tumulto
Dios de luz, cerca o lejos, invisible,
mi lucha, fuente de inquietudes.
¡Qué bien lo sé! aquí estás,
divina nebulosa,
aura y brisa del alma
en mi ansiedad desierta,
aquí estás.
Percibo tu presencia luminosa
como un sol que se enciende
en crecientes e intrépidos
destellos ¡oh inefable
presencia deslumbrante!
Sí, te intuyo: en sombras y extravíos,
en sentimientos indecisos,
en el sordo furor de mis desvelos,
en mis noches eternas ¡oh Dios mío!
y en la esperanza rota de mis sueños
y en mis ímpetus de identidad
como una asfixia, o mejor, como un respiro.
Pero estás inaudible
y no sé si el estrépito
o simplemente el eco
me entrampan y confunden mis sentidos
dejándome aturdido entre sonidos ignotos,
confusión de estallidos y rotas cuerdas del arpa.
¿Qué estímulos serán ¡oh Dios! los míos,
si Tú no los promueves con tus voces?
¿Cómo habré de escuchar, con qué oídos oír
el canto de tus flores si a mis rotos sentidos
no aclaras, ¡oh Dios mío!, con lenes cuchicheos
y timbres de bondad?
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)