Aún no deseo hablar del amor perdido.
Al tiempo dejamos nuestra promesa,
que alguna vez deslumbro su belleza,
ahora son inútiles sueños adormecido.
Siempre vuelve en mí tus ojos triste,
que son recuerdos como desafiándome.
Tu nombre pronuncie hasta hartarme,
nadie sabe, que tú imagen en mí persiste.
Desafiamos al tiempo inconscientemente,
ahora él es testigo del fiel fracaso,
se quiebra la esperanza a pedazo.
Del sueño despertamos en presente,
lloramos y sufrimos hasta el espanto,
qué tan inútiles fueron nuestro llanto.
Autor: Alcibíades Noceda Medina