Jugaré a estar triste mientras se me pasa
la tristeza al verme lejos de mi Casa;
mientras el Invierno caprichoso llueve
sus inmaculados copillos de nieve.
Jugaré a estar triste juegos malabares
con el desenfado de mis avatares,
los contrasentidos de mis sinrazones,
y lo más secreto de mis emociones.
Beberé del agua de las cataratas,
o la de las fuentes límpidas e innatas;
agua cristalina, dulce, a borbotones,
que al brotar parece musitar canciones.
Jugaré a estar triste; pero alegremente,
como quien oculta su dolor presente;
como aquél que reza mientras que solloza
y al rezar sonríe y al rezar se goza.
Sentiré lo mismo que en los cementerios
donde todos andan cabizbajos, serios,
mustios, derrotados, fúnebres, vencidos,
rotos de esperanza, desabastecidos.
¡Ay, las florecillas de la madrugada
dan a Dios las gracias sin decirle nada,
como las estrellas en el firmamento,
como a veces lo hago sin remordimiento...!
Tomaré mi vida como un juego fútil,
como quienes sufren esa herida inútil
del dolor que dejan las separaciones
como impías flechas en los corazones.
Jugaré a estar triste como los canarios
que en las jaulas viven como presidiarios
y aun así no dejan de cantar y cantan,
porque así las penas de su reja espantan.
Si alguien hay que quiera compartir conmigo
algo de su vino y algo de su trigo,
jugaremos juntos este juego triste
que resiste al llanto y al dolor resiste.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC