Hastiado de los besos de tu boca
con sus labios de púrpura esmaltada,
semiabiertos igual que tu mirada,
destilando un placer que se desboca,
he dejado tu cielo y ya no toca
mi pasión de tu piel la madrugada;
ya la miel de tus labios destilada
ni me incita al amor ni me provoca.
No es que se haya agotado tu ternura,
ni tampoco el encanto que te viste.
Tu ternura y encanto están presentes.
Lo que ocurre es, amor, que en mi locura,
desde aquella ocasión en que te fuiste,
yo conservo tu sangre entre mis dientes.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC