Detrás de mis persianas,
donde pasa la vida
sin ocupaciones inestables,
se me caen en las mañanas
sus halos inexorables,
puede que sucedan
hechos aberrantes,
porque sin embargo
todo el solsticio
acude sin ser vulnerable,
entonces me muero
sin desear otras infidencias
que aquellas locas
y aceitadas
versiones de una ausencia,
y si en la virtud,
señuelo de mediocres
correligionarios,
la humedad corroe
sus mentes déspotas,
acerca un murmullo
llámame mercenario,
recoge el guante
que a la luz de la persiana,
me verás en la desnudez
propia de un simple emisario!