Me cuesta comprender que te he querido,
así como le cuesta al alma mía,
dormir y despertar con el olvido,
sabiendo que te adora todavía.
Me cuesta resignarme a tu partida,
acaso porque te amo damasiado,
por eso es que tu ppronta despedida,
me deja mal herido y destrozado.
Me cuesta acostumbrame a no tenerte,
y a vivir sin tu boca y tu mirada,
muriendo mi existencia enamorada,
al contemplar que ya no puede verte.
Y ya que yo no puedo acostumbrarme,
al sacrilegio infame de olvidarte,
tan solo me ha quedado el resignarme,
a coexistir tan solo para amarte.