El mar de la costumbre.

Ahora, las tempestades y huracanes,
poco erosionan mi mente.. aunque mi corazón viva a las intemperies permanentemente. Yo voy y vengo entre la gente sin venda en la frente y percibo entonces.. la gracia del sol diariamente.
Cada mañana..
calco la huella de su corazón
sobre mi sombra..y amarro las pestañas
de sus ojos sobre el reino que más me plazca.. Escribo así en el alma el vuelo de las gaviotas y de la garza..
y traduzco el perfume silvestre de las margaritas y las trinitarias.. y sin exagerar y sin darme de santa.. me enfurezco por el trafico de la autostrada Pero en vez de andar disponiendo
del pasado, donde, poco o nada percibo.. me ocupo del día a día que construyo.. y si acaso.. “el mar de la costumbre”..
arremolina sus olas.. y se rebelan unas que otras inquietantes luces.. hago correr la aguas sobre tu nombre y dejo evaporar al viento todas
incertidumbre.