Lechagua, te recuerdo dulcemente
como a un trozo del Cielo prometido,
es tan grande tu silencio y tu hermosura,
que la nostalgia, enriquece mis sentidos.
Se me quedó atrapado el corazón
allá en los álamos de tus colinas suaves,
en la negriploma arena, que el agua besa
entre el paso del viento y el cantar de las aves.
Te dejé un olvidado sueño, te dejé una esperanza
ignorada,
te he dejado mi alma solitaria y esquiva
te dejé lo que mi corazón nunca entregara.
Depende de Dios, que vuelva a sentirte
con tu olor a calma y color esperanza,
con tu silencio que habla, con tu arena blanda,
así te añoro, mi adorada playa