Ahora que todo transcurre
con calma y normalidad,
que están pasivos los vientos
y nuestra vida discurre
sin penas ni adversidad:
quiero aquí mis sentimientos
con claridad expresar.
A ti, mujer consentida,
compañera de mi vida,
testigo de mis aciertos
y, también, de mis traspiés,
te digo ¡cuánto te quiero!
que eres tu mi afán primero
(por si no hubiera otra vez).
A ustedes, hijos queridos,
pedazos de mis entrañas,
objeto de mis desvelos;
quizá les suenen extrañas
mis palabras de cariño
(es tan poco lo que un niño
puede, en verdad, comprender)
Pero les digo, sincero,
sin un especial motivo,
que los amo, que los quiero,
en un lenguaje emotivo
acompañado de caricias,
ahora mismo y no después,
por si no hubiera otra vez.
A ti, mi amigo del alma,
que tanto me has soportado,
que fiel me has consecuentado
sin perder nunca la calma;
te agradezco en viva voz
y un abrazo caluroso
por tu aprecio tan valioso.
A lo largo de los años
y de tantas aventuras,
nunca ha habido desengaños;
cuando las pasamos duras
demostraste tu honradez.
Hoy, te demuestro mi aprecio,
por si no hubiera otra vez.
No quiero que llegue el día
inevitable de mi partida
de este mundo a la otra vida,
con la penosa agonía
de no haberles demostrado
a todos que los he amado
con ternura y calidez.
Por eso es que se los digo
ahora que aún están conmigo,
que aún los tengo a mi lado
y, con toda sencillez,
les entrego sentimientos
que se han ganado en el tiempo,
en este mismo momento
(por si no hubiera otra vez).-