Han regresado, se han instalado cómodamente. Constantemente tornan a su antojo, no hace falta convidarlas. Aterrizan, se apoderan de todo, no tienen premura en irse.
Un día de estos he de mencionarles, que no las he invitado. Que entran sin visado, pero nunca me decido, soy cobarde. Lo perciben, por eso regresan continuamente, están cómodas.
Al principio, apenas permanecían, ahora… demoran en irse. Cualquier día acordarán permanecer por siempre. No puedo permitírselo.
Pero, actualmente, ahí están: Las sombras sibilinas.
Las que destruyen, las que acarrean viles memorias.
Las que seccionan la carne y la desgarran e inundan mi mente.
Vienen cargadas de ira, de furia, de saña, y me poseen.
Algún día, he de exigirles que se vayan….