¡Qué largo ha sido el camino
para llegar hasta aquí!
Quinientos cincuenta días
de ansiedad e incertidumbre
antes de poder decirte
todo lo que por tí siento,
conteniendo hasta el aliento
ante el temor de perderte.
Año y medio de quererte,
impaciente enamorado,
pero había estado ocupado
tu corazón en quimeras
y yo temiendo que fueras
a cometer un error
depositando tu amor
en el hombre equivocado.
Nunca fuiste una aventura
pasajera, para mí,
desde que te conocí
despertaste mi ternura
con la especial hermosura
que, en tu interior, descubrí.
No podía, en consecuencia,
por una torpe impaciencia,
hablarte "así como así."
Era preciso esperar
hasta el momento propicio,
pues no me podía arriesgar
por una simple imprudencia
a que se fuera al precipicio
mi ilusión y tu presencia
permanente en mi existir.
Ahora, todo eso es pasado
y celebro una realidad
que me ha dejado encantado;
con un "sí", por fin me has dado
la mayor felicidad.
Sé que hay mucho por andar,
pero no estoy preocupado:
como yo, nadie te ha amado
y te lo voy a demostrar.-
Eduardo Ritter Bonilla.