Hermana, si la vida te dió sinsabores,
aplaudelos.
Hermana, si el trabajo te dió malestares,
ocultalo.
Hermana, eres más fuerte que la roca misma.
Yo, soy tan débil, tan quebradiza...
Hermana, vi tu rostro y no pude decir nada.
Hermana, vi tus ojos y no pude mirarme en ellos.
Hermana, vi tu sombra y no pude cobijarme,
cuanto quise hablarte y no pude...
no soy digna de lastimarte más alla
de tus propios problemas...
Hermana, hoy te extraño y te valoro;
cuantas veces, recriminé tus enojos y tus iras,
ahora sé que tú siempre sabías lo que hacías.
Diriges bien el timón de tu barco,
aunque te cuesta, luchas siempre...
por más que el mar este bravo,
sales adelante y eso es lo que cuenta.
Hermana, perdí el timón de mi barco
navego sin rumbo, sin fuerzas, sin frenos...
Hermana, te extraño;
extraño tus ojos, tus rabias, tus atropellos,
ahora sé que con eso me dabas fuerzas
para salir avante.
Hermana, hoy quisiera reír como ayer,
hoy quisiera ser niña todavía, y
tener todavía a la madre, tan sólo un instante.
Hermana, que lejos quedó el pasado,
ese pasado atroz y tormentoso,
ese pasado que dejó una huella imborrable...
¡Oh hermana! ¡Cuánto te quiero y cuánto te aprecio!