Vi llegar la noche y en ella me sumergí,
En ese encuentro alucínante tu rostro vi,
Cual astrónomo con las estrellas,
Dibuje cruelmente tu faz,
Aquella que me ha dejado,
En perpetua soledad,
Por ello pido a un Dios piadoso,
Que un sol en mi vida deje,
Por que como cruel hereje,
Me destruye la soledad,
De ese rostro amado,
Sin limite ni tiempo,
Que se distanció como las estrellas,
Con las que su rostro dibuje,
Es por eso que en la noches quedo,
En la espera infinita,
De que Febo cubra mi piel,
Porque la noche en la que fui sumergido,
Hoy la odio sin querer,
Ya que me recuerda tú huida,
En aquel atardecer,
Por eso espero los soles,
De cada amanecer,
Y miro al horizonte,
Esperando volverte a ver.