En las mañana hay deleites vespertinos
en medio de esta terrible soledad,
aplaca mis llantos, tal vez por piedad
aves canoras, me regalan sus trinos.
Del código que me impuse yo mismo,
por no romper, mas que nunca esclavo
soy, el amor único intacto conservo
que al fin al cabo me hunde al abismo.
Ironía la frontera que esta vez impone
el destino, estando cerca las tentación
las delicias y las fantasías; es ilusión,
permanentemente pecar me propone,
mantenerla lejos es castigo y atadura,
deseo romper pues agobia con premura.
Autor: Alcibíades Noceda Medina