Mi raíz me surca
por todo lo hondo
de mi corazón;
mira que no has nacido aún,
pero hoy pienso en ti,
como cuando la noche
se roza con la madrugada,
y saltan las primeras chispas de luz,
fría como el viento,
que respira tierra, aire y agua
y tu aliento
en lo alto del firmamento.
Todavía no tienes cabida en la Tierra,
ni siquiera en tu medio amniótico,
estéril y lleno de luces,
pero siento tu cuna estremecer
desde la otra dimensión.
Tu bostezo prematuro admiro,
porque sé que esperas
interferir en este mundo
de sinsabores y desmanes.
Ojalá no sufras
por tu sangre latina,
dueña de mi tierra,
de mi razón
y mi aire soberano.
Mi raíz me cala
y domina el hueso
que dejará un rastro
de amor sano,
de esos que se purifican
al escuchar
una buena música
o ver una cara limpia.
¡Te quiero ya!
para caminar la calle
con orgullo
y darte a la gente
y para ti,
en la frente un beso,
cuando las aves canten
hasta el amanecer
y me sientas
con orgullo recio.