El amor es ciego,
el más ciego de todos los ciegos;
el amor no admite
limitaciones,
no se detiene
ante consideraciones
de ninguna especie,
desconoce la conveniencia,
las ventajas,
el cálculo, la ambición
y la premeditación.
El amor se da,
así, simplemente,
sin esperar recompensa;
se goza en la dicha de dar,
se prodiga
intensamente
y eterniza su eclosión
en la más dulce pasión
de amar
sin límites, plenamente.
El amor no se razona,
no se discute,
no se le define,
no se explica ó justifica,
no se toma
no se pide;
sencillamente se otorga
y así, también, se recibe.
El amor no se improvisa,
no se inventa,
no se compra ni se vende,
no se alquila
ni subasta,
o se siente o no se siente;
así, como brota el agua
del manantial,
de la fuente:
espontáneo y transparente.
El amor SE EXPERIMENTA,
¡se siente,
se da, SE VIVE!
Se respira a cada paso,
se sobrepone al fracaso,
se resigna
y sacrifica,
se entrega y se fortalece;
no se agota, siempre crece.
El amor,
cuando es genuino,
nunca muere,
permanece.-
Eduardo Ritter Bonilla.