No puedo culparla de nada,
tiene su vida,
yo la mía,
la mía es difícil,
de la suya parece
no querer dejar
que conozca demasiado,
lo que no sé
es la importancia
que debería darle
a ese pequeño hecho.
Una mujer y
mil quebraderos de cabeza,
mil contradicciones,
mil motivos por los que huir,
todos apartados
por el placer ambiguo
e insensato
de quedarse,
esperando tal vez
que haga luz de las sombras,
que sea el licor
que vuelva ebrias e inútiles
todas mis quejas y penas.
Me sobra el techo,
me faltan sus labios,
me sobran olvidos,
tal vez me falte un trago...
Me sobran despedidas,
me faltan escusas,
es cierto,
no abriré su corazón
a martillazos,
por eso escribo
desde los bajos fondos
de mi piel,
esta noche dejaré que otros
vacíen botellas por mí...