Nuestro pecado

Deslizas tus dedos acariciando mi espalda
me muerdes los labios, me quitas la falda,
y en éxtasis envueltos descubres mi pecho,
me arrastras con susurros, me tumbas en tu lecho.
Pecaremos esta vez, como nunca en la vida,
lloraremos de placer, y después, la cruel partida.
Pero remedio no hay, ya debemos despedirnos,
y lo mejor es ahora, pues no queremos herirnos.
No gastaré mas mi tiempo creyendo en esta ilusión,
sin obtener otra cosa que la verguenza y tormento
de la prohibida pasión.