Miráis mujer, que tengo en contra mía,
cien mil espadas tras de mi cabeza,
que tratan de cazarme con fiereza,
sin darme leve tregua solo un día.
Miráis que me persigue la ironía,
calando en mi valor y fortaleza,
tratando de asediarme en mi tristeza,
sin conseguir robar mi algarabía.
Y todo esto soporto diariamente,
igual que un buen marino en la tormenta,
por conseguir tu amor, y solamente.
Y aunque la adversidad, matarme intenta,
no entiende que, cegado por mi euforia,
me he vuelto superior a la victoria. (2007)