En tu presencia soy acreedor del cielo.
Tu ofrenda es bella y agradable,
también de esto, Dios es responsable,
por concederme, tan sublime regalo.
El mar de tu sentimiento conmueve,
soy agraciado de un reino sin poderío,
Eres Hada de mi propio albedrio.
A este Adán del vergel nadie lo mueve.
Esta dicha es infinita y crucial.
El franco simiente tiene potencial
de grandeza, la cuidaré mientras viva.
El titulo que ostento no tiene nombre.
Este bienestar en mí, no será costumbre.
Es un tesoro muy preciado, tu dádiva.