Como llamo a la caricatura de mis errores.
Atropellado, en la vida solo recreo horrores.
Todo mi cuerpo recorre pasmoso escalofrío,
implora calor pues me estoy muriendo de frío.
Yo cabalgo en arenas y arenas, mas no puedo,
ignorado por el mundo en el desierto me quedo.
Casi siempre caigo en la falsa vida de barro,
y ahí, es donde se empantana mi humilde carro.
Ya sin música vivo, pues se pierde en mis oídos,
sin cuerdas muero como un piano destruido.
En espereza espantosa mure también mi albedrío,
se acaba mi vida sin ver la sonrisa de ni un crío.
En el confín del mundo, mi único amor se muda,
ella ausente, solo hay espinas en la piel desnuda.
Para mí tu universo es muy grande tu sabes bien,
por siempre olvídame amada mía, tu también.
Imborrable queda en mí tu rostro sonriente,
pues sabes mi cielo, que te amaré eternamente.
Autor: Alcibíades Noceda Medina