En cada puñado de estrellas benditas
donde el lucero cruza tu faz inviolable
convergen destellos que cede y que quita
que rompe silencios sin ser vulnerable,
y entonces transito, obligo, vulnero,
facilito el traspaso de tales empatías
que a cada entrega, cortés en tus fueros
me llenas la vida de otroras profecías.
Alego demencia sutil, intempestiva,
demencia de amor que nunca imagino
desnudándote en piel, te simulas vestida
en cada paradoja que bañó nuestro destino,
y en ese puñado de estrellas benditas
aún intacta, tus pliegues retrato
en cada poema de tus cortesías
que hago tan nuestro..
y que ya sabe a trato!