Levanto mi cruz, la cargo un rato...
y la intento soltar; pero no puedo.
No sé como cambatir el sentimiento
pues la razón es muy débil aunque molesta.
Me dice y repite mil veces que huya,
que salga, que no funciona.
Pero la muy "perra" no me da herramientas,
no me muestra como vivir lejos de aquí,
lejos de tí.
¿La conciencia? Cruel y perversa,
me remonta a los tiempos donde jugué con tu amor,
cuando un imperio fue puesto a mis pies
y con traición lo derrumbe.
Y me diste una oportunidad,
tan falsa como tu perdón,
tan forzada como tu pasión.
Y no te acuso
pues fue tan ansiada esa farsa,
que hasta tú te sumergiste en ella,
la creiste, ¡Peor! la crees.
No dudo que en tu alma haya amor de sobra,
pero esta lastimado por mí
igual que el mío se va partiendo por tí.
¿No es necesario llorar para que te sangre el pecho?
No, no lo es, porque el mío sí sangra,
duele, martiriza y asfixia.
Y me impongo y me niego a llorar
intentado salvar lo que queda,
que es la amistad,
porque el amor está en ruinas una vez más.
Lo intenté y me jugué hasta el alma,
pero construí en terreno ofendido por mí mismo
y mi palacio se volvió a caer,
se partió en dos,
antes fue nosotros
y hoy es tú y yo.
Wilfredo Piazza Carrillo