Uno vive solitario
como perro callejero,
expuesto a las circunstancias
y al capricho de la gente,
en un mundo de insolentes
y bajo el culto al dinero.
Uno camina en tinieblas,
a tientas por el camino,
incapaz de distinguir
lo que le aguarda mañana,
cual pueda ser su destino;
cuándo llegará su fin
o, a ciencia cierta, a qué vino
a este inmenso manicomio
sin propósito y sentido.
Uno simplemente vive
y nada con la corriente,
luchando por mantenerse
a flote y sobreviviente
en el caudaloso río
al que le llamamos "vida",
entre la niebla y el frío.-
Eduardo Ritter Bonilla.
25 de Enero del 2006.