Te escucho serenamente y vuelo hasta los parajes donde nacen tus historias, historias no vividas conmigo pero tan tuyas, como yo ahora.
Me embelesas con tu palabra, con el verbo en pretérito ya digerido por ti y que pones ante mis ojos como manjar fresco.
Ávida estoy de oír todo de ti de lo que fuiste antes que yo apareciera, de tus obras, tus inocentes pecados, tus glorias.
Me adentro en tu memoria y dejas escapar tus secretos que ahora compartes, conviertiendo en diáfana mi alma cuando la traspasan tus recuerdos.
Mi gozo es saberte de otra cuando no eras mio y no creerte mio por si hubiese otra.
Aunque no lo creas, siempre te estuve esperando, no para adueñarme de ti. Te esperaba para ser una mas que te brinde amor, ahora precisamente que la vida se mira a través de cristales de aumento, ahora que las lágrimas se asoman para anunciar la llegada del dolor.
Sabes degustar historias que no se olvidan, esas que siguen vivas aunque el tiempo las haga distantes, vivencias como las mías, imposibles de olvidar.