No importa cuanto implores, ruegues o prometas
para obviar dolores, infortunio o aun la muerte
no operan con súplicas ni con rigores de la suerte
las trampas impensadas en el sendero de las metas.
Parecerán crueles los dolorosos golpes del camino,
nadie creerá ser merecedor de incesantes padeceres,
y surgirá el pecado como el enemigo de placeres,
esos que escapan a inexorables rigores del destino.
Dios no opera con la iterativa devoción del Nombre
menos con auto flagelos, consagraciones o promesas
estando siempre al aleatorio azar el devenir del hombre
Sufrirán inocentes, aunque ello nos parecerá terrible
las mentiras seculares veremos con dolor, seguirán ilesas,
mientras el plan de Dios seguirá siendo incomprensible