Un dia no muy lejano,
bajo un intenso sol de verano,
hare lo de la cigarra:
dejare de lanzar mi estridente
y monótono lamento humano.
Reventaré la caparazón
que me aprisiona y,
partiré cual meteoro
a buscar mi lugar en un mundo ignoto.
Seguro estoy, eso sí,
que seguiré viviendo
dentro del corazón
de quienes me han amado.
Mi nieto, dirá, entre triste y divertido:
mi abuelito ha partido a otro lado,
para armar el alboroto.
Y al elevar al sempiterno una oración,
por el viejo soldado que acaba
de partir;
dejara correr por sus mejillas
una rebelde lagrima, al recordar,
a su abuelo materno, a quien llamaba:
abuelo “porra”, “abuelo loco”. jucar