Yo te traigo mis versos,
aunque sé que son malos,
no alcanzo otros hallazgos
con los que decirte algo.
Si pierdo en la palabra mi esperanza,
desconfianza me queda
con un resol amargo.
Mis versos son mi cuerpo
y la ebriedad de mi alma,
instrumento de plática,
son mi escudo y mi espada
y, con ser tanto, a veces me desmayo,
que si no les doy suelta,
siento cómo me estallan
y sé que son atÃpico regalo,Â
valorado muy poco y un poco maltratado;
 pero me sirven presto
 para deleitar fausta la velada,
y enviaros un guiño
de poeta parlanchÃn.