Después de tu partida madre
Desde la húmeda oscuridad de tu sepulcro
regresas cada noche, madre mía,
con tus pupilas de oscuro terciopelo
acaricias mi sueño placentero,
como no lo hiciste en vida.
En tiempos que reinaba tu cordura,
compartimos pocas cosas de la vida,
y ya, en el ocaso de tus días,
tu demencia fue tan cruel, que te impedía
dijeras, lo que no dijiste en vida.
Hoy, parece una quimera, pero en las horas
que acompañan mi descanso al perecer el día
te presentas, y en historias jamás imaginadas,
emprendemos sorprendentes aventuras, alocadas,
como no hicimos en vida…
® Susana Valenzuela