He sentido envidia sana, de ver nuestra calle engalanada,
Con flores, ramos y guirnaldas…
Para tu boda reservadas.
He visto desde mi ventana, que una campana repicaba,
Que una campana anunciaba, que tu mi amor temprano…
Te casabas.
He tocado tu traje blanco, con bordados de amor dorados,
Hilo de seda enamorados, prendidos de tu felicidad…
Que me deslumbraban.
He oído al silencio hablar, cuando he visto que le besabas,
Besos de amor que me recordaban a ti, junto a mí, en una época ya pasada…
cuando eras mi dulce amada.
He olido el perfume elegido, de las flores de la iglesia,
Rosas rojas, claveles…
También clavelinas.
He saboreado, en fin, el dulzor de tu alegría,
El amargor de mi melancolía…
Al saber que jamás serás mía.