Perdida en el ayer

Doblaba la cuarta década

Lucia bien conservada

A pesar de los reveses

Que quiso darle la vida.

Sus piernas algo cansada,

El cuerpo un poco menguado

Ligeramente encorvado.

Un pelo empobrecido

Bastante reseco y ralo

En un moño enmarañado,

Que por esconder las canas

De rubio se lo tintaba.

Los ojos verde esmeralda,

De mirar triste, apagado,

Mansamente sosegado.

Las mejillas sonrosadas,

Su boca rojo escarlata

Y las manos arrugadas

Pero las uñas pintadas.

Su andar ya algo lento

Y el respirar fatigado.

En su brazo un bolso viejo

Con escasas cosas dentro, 

un pañuelo de hilo fino

muy blanco y bien bordado,

unos pocos pocos caramelos

que a los niños regalaba

y una boleta de empeño

de las joyas que ayer tuvo

que las lución con orgullo

y nunca recuperarlas pudo.

Alguna foto muy vieja, 

descolorida, arrugada,

de aquel quien fue su marido.

¡que feliz aun seria

si a pesar de su miseria

Juan estuviera con ella!

Recordaba otros tiempos

Mientras sola paseaba,

Cabizbaja y taciturna´

Por los senderos del parque.

El griterío y la bulla

Que formaban los chiquillos,

Jugando alegres a ratos

Otras veces peleando

De su abstracción la sacaban

Y a mirarlos se paraba.

Saludaba amablemente

Sonriendo la mujer

Al cruzarse con la gente

Que en su camino encontraba.

Mas… inocente la pobre

Se mantenía ignorante

De lo que muchos pensaban

Acerca de su semblante.

Demostrando gran desprecio

Había quien comentaba

Incluso en tono jocoso

¡por ahí viene la condesa!

Y dejaban tras de si

Sus burlonas carcajadas.

Algunos también decían

¡mirar que vieja tan chocha!

Y la trataban de loca.

Ella siempre sonreía

No perdía su compostura.

Sentada en cualquier banco

Cuando la tarde caía

Se le escapaban las horas.

Tal vez esperando algo

Sin saber muy bien el que,

o quizás solo pensaba

recordando sin cesar

esa época de atrás

en que vivía su Juan.

No hacia aun tantos años

en los que ya le faltaba

pero en su corazón sentía

como una eternidad.

Una tristeza le ahogaba.

Como notaba la falta

De ese hijo deseado

Que la vida le negó

¡que no habría dado ella

por un ser, fruto de amor!

Melancolía en el alma

Pesando en el corazón

Le enturbiaba la razón

Mas no perdió la cordura.

Temblorosa y con temor

Siguió sola su andadura

Asida a la mano fría 

Que tiende la soledad.

MG 18-10-2014