Seguramente crees que la habitación permanece vacía.
Con la llave puesta. Pues no. Había una cómoda vieja
Con cuatro cajones, unos de los cajones con llave.
Una linterna sin pilas contra la oscuridad.
Una ventana sin cristales, periódicos.
Una figura de porcelana despreocupada.
Una cruz sin mendigo.
Nueve animales diferentes ;elefantes, leones, guepardos, panteras,
Y un búho de la buena suerte, y en el cajón un diario con agenda.
¿Crees que no estaba en ella anotada tus direcciones?
Puede que creas que no había libros, ni cuadernos, ni cuadros.
Pues sí. Había una pareja en la cresta de un precipicio
Ella con falda con dibujos de extrañas flores
Y el con una trompeta en unas manos negras.
En su fondo un revoloteado mar
Engullendo a un forajido velero,
El sol radiante, hipnótico y hechicero.
Un roble de grandes dimensiones,
Violentadas sus ramas por un caprichoso viento.
Se percibía la alegría, divina chispa.
Sobre el firmamento el joven durmiendo en un sueño reparador
tras las fatigas de fustigar al enamoramiento.
No parecía que de esta habitación no hubiera salida,
al menos por la puerta,
o que no tuviera alguna perspectiva, al menos desde la ventana.
Sobre la cómoda, unas gafas para ver a lo lejos.
Zumbaba una mosca, o sea que aún vivía.
Aullaba un lobo, o sea que más lejos de la ventana
A unos cientos de metros las montañas
Resollaban de su cantar
Como el soplo de la almohada.
Y si yo te dijera que no había ninguna habitación.
Que en la quimera,al cincelar los ojos
Veo los socorros, los álamos, increpo en los otoños.
Y si yo te dijera que existen tantas habitaciones quieras
Tantos bordados de escritura sin acupuntura
Para anotar secretos por las esquinas,
Tantos lugares vacíos, impresos de tinta.
Y si yo te dijera que cada noche que acunas
Tu cabeza sobre las ramas de mi pecho
Tallocon los dedos, cuadros en viñetas
De tu cuerpo perfecto, con acuarelas
Que alumbran una linterna sin pilas.
Y si yo te dijera que la llave que abre el cajón
Esbozara su silueta al suspirar
Los bocetos que tienen forma de animales
Y protegen los enigmas, tanto de nosotros,
Que escriben sus efemérides
Donde la luz procesa el fin de una sombra.