Te juro y te confieso, me enloqueces,
me vuelves una bestia incontroloble,
guiada por su instinto abobinable,
que suele despertar algunas veces.
Me dices que al sentirme te estremeces,
que sientes un calor inexplicable,
que te hace imaginar lo inconfesable,
aquello que te callas y apeteces.
De igual manera amor, entre mis huesos,
de pronto va surgiendo un calosfrío,
cuando me entrego al vino de tus besos.
Pues ya que en el instante de besarte,
recorre mi cerebro como un río,
el ansia tan bestial de desnudarte. (2001)